Por Iván García-Nisa @ivangarcianisa, vocal de Educación, Divulgación y Comunicación de la @APEspain / educación@apespain.org | Photo by Nautical Voyager @ CC0 Creative Commons

 

De todos es sabido que los bonobos, a diferencia de los chimpancés, suelen asociarse con sus enemigos o rivales, y tener sexo con ellos, para relajar la tensión.

Sin embargo, las hembras de bonobo, en ocasiones, fuerzan a los machos a tener sexo con ellas. Si el macho no está receptivo, las hembras continúan acosándolo, rodeándolo con sus brazos, rechazando ser rechazadas, a pesar de que el macho intente escabullirse. Parece ser que, a veces, el sexo entre machos y hembras puede llegar a ser coercitivo.

Este sexo en contra de la voluntad de los machos no es algo difícil de conseguir por parte de las hembras, ya que los machos de bonobo, por lo general, suelen tener erecciones debido a la ansiedad de ser dominados o coaccionados. Aun así, durante el sexo forzado, los machos puede producir vocalizaciones de angustia y pueden intentar escapar.

Está claro que en los bonobos son las hembras las que mandan. Los expertos consideran que lo que les da tanto poder a las hembras son las relaciones lésbicas. Las hembras de bonobo utilizan el sexo como un medio para establecer vínculos sociales entre ellas. Durante estos encuentros, las hembras frotan sus vulvas y sus clítoris, y el resultado es tan placentero que se crean fuertes coaliciones entre ellas. Así, se podría decir que estos grandes simios viven en una especie de cultura de conexión (sexual) matriarcal que les otorga a las hembras prioridad a la hora de obtener alimento y ser acicaladas, y una supremacía sobre la voluntad sexual de los machos.

Fuente

https://bit.ly/2PjsSSv