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El pasado lunes 4 de mayo dos chimpancés, Adán y Eva, que estaban alojados en el Zoo Safari de Sa Coma (Mallorca) se escaparon de sus instalaciones provocando un fatal desenlace con la muerte de Eva, tras ser abatida, y con el fallecimiento de Adán por ahogamiento, según informan las fuentes oficiales.

Desde la APE lamentamos y condenamos la gestión de la situación por parte de las autoridades al no recurrir a la utilización de dardos anestésicos para poder capturar a Eva. La situación de Adán ha sido, si cabe, todavía más complicada. El riesgo de que el animal fuera abatido en lugar de sedado era grande, y lamentablemente el animal no ha podido ser localizado con vida.

Adán era propiedad de un particular, que le tenía atado con una cadena en una gasolinera. Por si esto no fuera suficiente, algunas fuentes con las que Fundació Mona ha contactado comunicaron que Adán era consumidor habitual de cerveza, llegando a ser considerado alcohólico en esa época. Después de este calvario, finalmente llegó al Safari de Sa Coma, pasando a ser propiedad de éste mismo. Fue de aquí de donde se escapó junto con Eva, una hembra que fue abatida a tiros el mismo día de la huida.

Los chimpancés son seres tremendamente complejos desde un punto de vista social, psicológico y emocional. El aislamiento social, el maltrato y las experiencias negativas durante las primeras etapas del desarrollo infantil conllevan una serie de consecuencias en estos animales similares a las documentadas en niños y niñas humanos. De manera general se evidencia un aumento significativo de las conductas de temor y miedo, así como un incremento de la ansiedad. Igualmente, tanto para humanos como para primates, se han observado dificultades de aprendizaje y del desarrollo cognitivo, anhedonia, y una incapacidad general por afrontar situaciones potencialmente estresantes. Aparte de estas dificultades funcionales, también se han detectado alteraciones en la neurobiología y neuroquímica cerebral, y por supuesto una alteración de la actividad basal y reactividad del eje HPA (hipotálamo-hipofisiario-adrenal) y de los sistemas corticolímbicos. En los últimos años también se ha podido describir que los chimpancés expuestos a situaciones de aislamiento y maltrato pueden desarrollar un trastorno por estrés postraumático y depresión mayor, trastorno obsesivo-compulsivo y ansiedad generalizada, trastornos somatomorfos y de la personalidad antisocial, entre otros. Trastornos del control de impulsos e incluso parafilias sexuales también han sido documentados en este tipo de casos.

El proceso de rehabilitación de estos animales resulta fundamental. El objetivo es poder crear un ambiente etológicamente apropiado. Esto pasa no solo por disponer de un ambiente físico enriquecido y estimulante, sino también por construir un ambiente social complejo que permita ir avanzando en la construcción de unas relaciones sociales sólidas y estables. Uno de los factores más importantes es que estos animales puedan vivir en santuarios acreditados y de prestigio. Tanto en Europa, como en América o África, existen santuarios que mantienen sistemas modernos y actuales de manejo y cuidado con elevados estándares en términos de alojamiento, dieta o enriquecimiento ambiental, salud y visitas. Este tipo de alojamiento social será mucho más óptimo si se produce en amplios recintos naturalizados que les den la oportunidad de desarrollar una vida social compleja, promoviendo su rehabilitación a través del enriquecimiento social. Igualmente, tal como sucede en humanos, es necesario proveer una terapéutica individualizada y adaptada a cada caso y a cada historia vital. El objetivo debe ser el de desarrollar un tratamiento (fundamentalmente conductual, aunque sin descartar el psicofarmacológico) que facilite que los chimpancés maltratados construyan un apego seguro con otros chimpancés, experimenten emociones positivas y tengan un propósito en la vida.

Finalmente, consideramos que el caso de Adán y Eva debe servir como punta de lanza para la concienciación y sensibilización de la sociedad en contra del maltrato y del abuso de estos animales, y para tomar las medidas legales y normativas adecuadas que garanticen su protección y bienestar.

Dr. Miquel Llorente

Presidente de la Asociación Primatológica Española