Por Pablo R. Ayuso @pablomonkeyman y Rut G. Doria, alumnos Máster en Primatologia Universitat de Girona · Fundació Mona, promoción 2014-16
El Prof. Colmenares es uno de los primatólogos de referencia de nuestro país. Fue uno de los padres fundadores de la Asociación Primatológica Española en 1993. Actualmente es Catedrático de Psicobiología y Etología de la Universidad Complutense de Madrid y es Director del Grupo UCM de Estudio del Comportamiento Animal y Humano. Se doctoró en Biología por la UCM (1986) y realizó estancias postdoctorales en la Universidad de Cambridge, Reino Unido (1986-1988) y en la Universidad Autónoma de Madrid (1988-1991). Sus investigaciones se centran en el estudio de la estructura grupal, las relaciones y redes sociales, la gestión de conflictos, la cooperación y la cognición desde una perspectiva evolutiva y comparada. En la actualidad sus principales investigaciones se centran en el estudio de la prosocialidad y el juego en primates y en la especie humana.
Buenos días, muchas gracias de antemano por atendernos. Lleva más o menos desde el año 1969 estudiando el comportamiento animal. ¿Cuando cree usted que pudo comenzar su interés por los animales?
Pues seguramente, como nos pasa a muchos, pudo ser debido a ciertas experiencias que uno no las busca, pero que surgen. En mi caso fue el entorno donde trabajaba mi padre, ya que había una gran afición por los perros. El director del hotel donde trabajaba tenía la afición de criar perros de raza bóxer. De alguna forma eso me llamó mucho la atención.
Por otra parte, el hecho de que la casa de fieras del retiro de Madrid estuviera al lado de donde vivía y al colegio al que iba hizo que sucumbiera tantísimas veces a la tentación de hacer “pellas” para ir allí. Ahí fue donde empecé a observar la colonia de babuinos que, después en el año 72, se trasladó al zoo de la casa de Campo de Madrid. Allí fue donde comenzamos a hacer una investigación sobre su comportamiento que aún hoy continúa, después de 30 años. El disfrutar de la mera observación, el esperar sentado, disfrutando, aunque no pasase nada, es lo que despertó mi interés por hacer investigación. Empezó así. Gracias en primer lugar a la circunstancia de que tuviera ahí a mano una fuente perfecta para la observación. Por otro lado, el conocimiento tan intenso que llegamos a tener los que hacemos estudios con primates sobre la personalidad de cada uno de los miembros del grupo es muy instructivo y reforzarte. Durante este estudio de 30 años hemos llegado a bautizar a unos 340 individuos. Eso significa que a esos individuos los vimos desde el día de su nacimiento hasta que empezaron a caer.
Has estudiado numerosas especies durante toda tu trayectoria profesional, leones marinos, orcas, ballenas… Pero como has comentado, sobre todo te has centrado en el grupo de papiones del Zoo de Madrid con los que has estado muchos años. ¿Por qué primates? ¿Qué aportan estas especies respecto al resto?
Algunas de las personas que estudian animales, tienen una cierta aversión al comportamiento humano, o a los humanos. A mí eso es algo que nunca me ha pasado. Comencé a hacer observaciones de primates no porque me atrajera lo que a muchos de los que se plantean hacer investigación con animales les atrae, fundamentalmente disfrutar con el contacto físico con ellos. Casi como si fuesen mascotas, eso nunca me ha atraído. Me ha interesado mucho más seguir su historia, la biografía de los individuos. Es muy fácil conectar con los primates. Realmente hasta los 18 años no fue cuando me planteé que quería estudiarlos de forma científica. Ahí empezó algo que no va a terminar nunca, que es que además de disfrutar personalmente de la observación y de lo que aprendo estudiando primates, es que esa aproximación sea científica. Arrancaba así el convertir lo que era un hobby o afición que poca gente entiende, en una carrera profesional.
Después de estudiar, como ha comentado, durante tantos años las estructuras y las dinámicas sociales de estos babuinos y en otras especies de animales, ¿cree que existen diferencias entre el comportamiento social humano y el del resto de primates?
Este es un tema muy interesante y muy controvertido. Ya que me lo preguntas voy a tener que confesarme. Yo creo que hay dos cosas clave en esta controversia. En primer lugar, estoy plenamente convencido de que cada especie es única. Y que cada especie tiene algo de otras especies. Ese algo no depende necesariamente de lo cerca que estén las otras especies en el árbol de la vida, sino de las características del nicho ecológico y social en el que la especie haya evolucionado. Hay especies que se han transformado muchísimo en muy poco tiempo, dentro de la escala del tiempo geológico, y otras especies que apenas son muy distintas de como era su ancestro común con otras especies. Yo creo que las diferencias entre humano y el resto de los simios son tremendas a nivel comportamental. Aparte de ser especies muy distintas a nivel morfológico, genético, fisiológico… aparte de eso, a nivel conductual somos muy distintos. Pero además, a nivel cognitivo somos de la noche a la mañana. Yo soy discontinuista, y eso significa que no solamente soy darwiniano porque creo que las especies estamos conectadas en árbol de la vida, sino que también soy darwiniano porque creo que cada rama del árbol es distinta. Tenemos que pensar que la especie humana es la única especie del género Homo. Todas las especies de linaje Homo o Australopithecus que le preceden se han extinguido. Todos esos pasos que probablemente se parecían más al chimpancé o al ancestro que tenemos con el chimpancé, ya no están. Siguiendo la línea absolutamente darwiniana y evolutiva que plantea la teoría del equilibrio, en poco tiempo es posible dar saltos evolutivos muy espectaculares, saltos de carácter cualitativo. Yo creo que la especie humana los ha dado, y que muchas otras especies no.
Tu trabajo se ha dedicado principalmente a estudiar animales en cautividad. Existe una gran controversia sobre extrapolar los datos obtenidos en cautividad para la comprensión de la especie en general. ¿Cuál cree que es el papel de los estudios en cautividad para la comprensión del comportamiento animal?
Como te podrás imaginar es una pregunta que siempre está en el aire cuando alguien hace estudios en cautividad. En mi caso concreto, no estoy tan interesado, por poner un ejemplo, en cómo son los babuinos de Eritrea o Sudáfrica. No estoy tan interesado en contar la biografía y la historia de un grupo de babuinos de un zoo o de su hábitat natural, sino en comprender cuáles son los principios generales que explican la conducta de los babuinos de Madrid, de los babuinos de Amboseli o los de Sudáfrica. Es decir, a mí lo que me interesa, al margen de que yo pueda disfrutar observando individuos con nombres y apellidos, es lo que trasciende a cualquier grupo concreto. Por ejemplo, cómo los individuos gestionan sus relaciones sociales, como gestionan sus conflictos. Cómo mantienen la cohesión de un grupo, cómo se reconcilian… Esas son cosas más o menos observables. En otros casos me interesa además saber qué comprensión tienen los individuos de lo que hacen otros y lo que hace uno mismo. Eso significa hacer inferencias inobservables, como son los procesos cognitivos, que pueden ayudar a entender cómo se comportan. Todo eso se puede estudiar en algunos casos solo en cautividad, en otros casos también en libertad. Y en cualquiera de los casos todos esos estudios que son complementarios, a veces son irremplazables. Dan información necesaria para poder responder a las preguntas que los científicos nos hacemos acerca de la conducta y la cognición de las especies. En mi opinión creo que gran parte de la ciencia de la cognición comparada, de la etología o de la psicología comparada, es un ciencia construida a partir no de lo que los animales hacen (en cautividad o en libertad), sino de por qué lo hacen de la manera que lo hacen. Muchas veces dos poblaciones en libertad se diferencian más entre sí que una cautiva y una en su medio natural. Eso significa que no es tanto si están en libertad o no, sino es más si el grupo es grande o pequeño, si el grupo tiene muchos machos, o no, si ha habido una epidemia y ha dejado el grupo sin prácticamente machos adultos… Todos esos sucesos estocásticos que ocurren en libertad pueden ocurrir en cautividad, y lo que hay que hacer es estudiarlos. Cuando uno investiga sobre estos temas se acaba haciendo preguntas como: ¿Cuál es el papel de la ecología? ¿Cuál es el papel de la demografía? ¿Cuál es el papel de la historia de cada individuo, la historia de cada subgrupo? Y esas cosas se pueden estudiar en libertad y en cautividad. Libertad no es un control de cautividad, en absoluto, son condiciones distintas. Lo que hay que averiguar es lo que tienen y no tienen en común.
Bueno, vamos a salir un poco de la controversia. Hablemos de otro ámbito de tu trabajo. Cuando trabaja desde Madrid estudia aspectos más enfocados a lo que estábamos hablando ahora (estructura social, dinámicas de grupo…). Pero también has colaborado en otros sitios, como está ahora mismo, en el Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva, en Alemania. Por lo que ha ido publicando, desde allí trabaja aspectos cognitivos no tan sociales, como el uso de herramientas, la memoria… ¿Qué llevó a este cambio o esta ambivalencia de estudios? ¿Qué te motivó a salir del aspecto social allí en Alemania?
La primera vez que estuve aquí en Alemania, que fue en el 2004, hice un estudio de estructura social de orangutanes, gorilas y chimpancés que todavía no está procesado ni se ha publicado. A mí la cognición en si misma me interesa. Los estudios experimentales de alguna forma ayudan a ver cómo funcionan, a ver cómo los individuos procesan información, a qué elementos del mundo que les rodea son sensibles. Me parece apasionante. Tuve la oportunidad porque una de mis doctorandas le interesaba en particular aspectos relacionados con la cognición física, y trabajamos en ese tema con primates. También hemos hecho cosas de cognición numérica, matemáticas o de procesamiento de cantidad en mamíferos marinos. Por otro lado, también estamos haciendo cosas que son muy sociales, como es la imitación. Estamos haciendo estudios sobre imitación en orcas y en otros mamíferos marinos. Efectivamente eso ha sido una exploración fuera de mi territorio. No es el campo en el que yo profundizaría si tuviera posibilidad de tener fondos para hacer otras cosas, pero no deja de interesarme. De la misma manera que yo he estudiado en cautividad, ya sea en zoos o en centros de investigación de primates, también he dirigido algunas tesis que se han realizado en África y en Ecuador. Si a mis estudiantes es lo que les motiva, estoy encantado de apoyarles.
Actualmente estas llevando a cabo un trabajo junto con Josep Call. ¿En qué consiste? ¿Qué aspectos estáis indagando?
Este proyecto que estamos haciendo ahora es mucho más enfocado a lo social, porque es nada más y nada menos que el estudio de la cooperación en chimpancés. Estamos recogiendo datos también con los mismos paradigmas en humanos, en España. Y lo que estamos haciendo es un estudio comparado tanto con humanos como con chimpancés utilizando los paradigmas en los que se basan en la teoría de juegos (juego del enigma del prisionero y el juego de la gallina). Básicamente lo que queremos averiguar es cuál es la respuesta cooperativa o no cooperativa que los individuos exhiben en un escenario donde lo que un individuo obtiene depende, no solamente de su decisión, sino de la decisión del otro. Aborda varios aspectos que ahora son temas calientes en este campo. Tiene en cuenta algo muy básico: hasta qué punto mi conducta influye en las decisiones del otro y viceversa. No está nada claro que los chimpancés comprendan ese ‘toma y daca’ que está implícito en el juego.
Realmente interesante este tema. Ha comentado que no es el campo en el que más le gustaría profundizar. ¿Tiene alguna idea de alguna línea en el futuro que todavía no haya indagado y que le gustaría investigar?
Bueno, el principal problema que tengo es que ninguna de las líneas que he seguido he conseguido agotar todos objetivos que tenía. Tengo muchos datos en los cajones y muchas preguntas que no he podido responder. De forma inmediata, estoy mucho más centrado en esta línea que ya te he comentado, y que desde aquí es posible realizarla con chimpancés. En España fundamentalmente vamos a seguir estudiando con niños y con adultos. Tienen que ver básicamente con estudios de la prosocialidad, investigando cuáles son los orígenes desde un punto de vista del desarrollo. También nos centramos en el origen evolutivo de la conducta, en los procesos cognitivos que subyacen de alguna manera a la cooperación y a la transgresión de la norma.
Este es un campo que está en plena efervescencia en la actualidad. Equipos muy potentes y con muchos fondos están actualmente trabajando en ello. Nosotros vamos a intentar, con mucho más voluntarismo que financiación, diseñar una serie de experimentos donde estudiemos precisamente lo que estoy comentando. Para mí, especialmente interesante e importante en la prosocialidad, es el castigo de los que transgreden las normas. Es un aspecto o mecanismo que se cree que solo existe en la especie humana. Lo que queremos es llevar a cabo una serie de experimentos con humanos para comprobar qué aspectos son importantes en la conducta que tienen los humanos de castigar a los transgresores. Aparentemente en la especie humana hay una tentación tremenda a abandonar en comportamientos de cooperación, y a menos que se introduzcan elementos como el castigo, la curva de comportamiento cooperativo cae en picado. Estamos muy interesados en estudiar la fragilidad de la cooperación de la especie humana, que es la única especie por otra parte que vive en congregaciones sociales a una escala tan macro. Queremos ver cómo parece que ha evolucionado ese mecanismo singular en nosotros. Quiero convencerme de que la naturaleza humana permite ser enseñada, permite ser sensible, empático, etc. Pero también tengo que reconocer lo que nos dice la historia: sólo la especie humana (no los chimpancés ni otras especies) somos crueles, y somos capaces de cometer actos genocidas, y actos absolutamente inhumanos. Y que por tanto, hay dos caras en la humanidad de los humanos.
Para ir concluyendo la entrevista, usted fue durante muchos años el presidente de la Asociación Primatológica Española, y desde hace relativamente poco tiempo, ha empezando una nueva etapa. ¿Qué papel cree que debe tener una organización como la APE ahora en el siglo XXI?
No lo tengo muy claro. Desde que fui presidente, el contexto de la investigación con primates en toda Europa ha sido siempre muy marginal. Es cierto que hay mucha gente interesada en los primates, eso sin duda, pero no hay muchos grupos de investigación consolidados. Los había entonces y los hay ahora. Yo creo que, afortunadamente, la orientación de las actividades dirigidas a la conservación, a la educación y la investigación con primates que ha desarrollado y consolidado la Fundación Mona y el actual presidente de la APE, Miquel Llorente, ha traído una nueva energía. Ha traído nuevas formas de ver, de acercarse y de hacer posible una conexión entre los profesionales que trabajamos en investigación con primates y los que fomentan la educación y su conservación. Creo que el trabajo que realiza la APE desde la Fundación Mona es el camino que hay potenciar y el que hay que seguir. En ese sentido me alegro muchísimo de que haya habido esa renovación generacional, con una mejor conexión con la realidad no solo del país, sino a nivel mundial. Con esta nueva orientación que potencia la Fundación y la nueva APE, creo que tenemos para muchos años de formación de buenos profesionales. Además de la defensa de los objetivos que mueven a las asociaciones de primatología, tanto en la vertiente de personas que les apasionan los primates sin un objetivo definido, como a aquellos que quieren llevarlo a un plano más profesional y subirse al barco a remar en la dirección en la que creo que hay que remar.