Daniel Enrique López Altamirano

Alumno de la asignatura “Ecología y conservación de los primates sus hábitats” del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (Xalapa, México)

Introducción

Durante las guerras diferentes formas de armamento incluidas minas, explosivos y productos químicos pueden ocasionar la muerte de diferentes animales de forma indirecta, como es el caso de los gorilas de montaña (Gorilla beringei beringei) en Ruanda (Kanyamibwa 1998; Gaynor et al., 2016). Estas tácticas militares, generalmente afectan a la vida silvestre a través de formas que aumentan la vulnerabilidad de sus poblaciones y sus hábitats (Gaynor et al., 2016), lo cual tendrá consecuencias a largo plazo.

Durante la guerra, el uso de bombas mató un gran número de vida silvestre, también la calidad del agua también se vio dañada, esto debido a que cadáveres eran arrojados a ríos, con lo cual se afectó la cuenca del río Nilo y su biodiversidad. Los refugiados talaron árboles para conseguir madera y, además, se colocaron minas en senderos del Parc National des Volcans y, como resultado,muchos gorilas fueron asesinados (Kanyamibwa, 1998).

Este tipo de actividades pueden llevar a la degradación y sobreexplotación del hábitat de la vida silvestre, como en el caso del Parque Nacional Gorongosa de Mozambique (Hatton et al., 2001) y los bosques de El Salvador (Hecht y Saachi 2007; Gaynor et al., 2016). Por otro lado, como resultado a las guerras civiles en la República Democrática del Congo la caza furtiva de bonobos (Pan paniscus) y gorilas (Gorilla beringei beringei) aumentó drásticamente (Plumptre et al., 2000; Vogel 2000; Dudley et al., 2002). 

Los grandes simios no son los únicos primates afectados por la guerra, por ejemplo, el bosque de Nyungwe, del cual es residente el mono cara de búho (Cercopithecus hamlyni) se encuentra fragmentado en su parte sureste por la agricultura como consecuencia del desplazamiento de refugiados (Kanyamibwa, 1998).

El hábitat del mono cara de búho (Cercopithecus hamlyni) se encuentra altamente fragmentado debido al aumento de la agricultura por el desplazamiento de refugiados de guerra a los bosques de Nyungwe (Flickr; @Linda de Volder).

 

La vida silvestre (ungulados, primates, peces) es usada por militares de todo el mundo para alimentar a los combatientes (Nellemann et al. 2010; Gaynor et al. 2016). Como consecuencia esta sobreexplotación puede conducir al colapso local, regional o nacional de poblaciones de la vida silvestre (Gaynor et al. 2016). A menudo grandes mamíferos resultan una fuente importante de alimento para grupos militares o paramilitares que operan dentro de zonas de guerra y territorios en disputa (Plumptre et al. 1997; Martin y Szuter 1999; Dudley et al., 2002).

Además, debido a su uso como locaciones estratégicas para defensa o explotación y fuente de potencial de recursos para grupos beligerantes o desplazados, las áreas protegidas se convierten en blanco de diferentes grupos (Jacobs & Schloeder, 2001; Kalpers, 2001a; Dudley et al., 2002; Glew y Hudson, 2007). Estas áreas protegidas pueden ser usadas por grupos militares aprovechando su lejanía, cobertura y su abundancia en recursos para obtener alimento y materiales para construcción (Gaynor et al. 2016).

Como hemos visto, las guerras pueden detonar el movimiento masivo de poblaciones (refugiados), la inoperancia o colapso total de las funciones estatales, y como consecuencia, una necesidad casi forzosa de los recursos silvestres y la explotación desmedida de los recursos naturales (Glew y Hudson, 2007). En Ruanda, el desplazamiento de refugiados (1995), en la Reserva de Caza Murata y en gran parte del Parque Nacional Akagera, los refugiados se han dedicado al pastoreo de bovinos provenientes de Uganda, se construyeron edificaciones temporales y permanentes, y se usan perros para caza en el parque, como resultado de estas actividades el parque perdió dos tercios de su área original (Kanyamibwa, 1998).

Este desplazamiento en masa de personas, implica movimientos a través de fronteras internacionales, aunado a ello que un gran número de las consecuencias ecológicas de la guerra pueden ser trasladarse al país receptor, amplificando así los países y el área afectada por la guerra, como lo visto en la República Democrática del Congo (RDC) después de genocidio de Ruanda 1994 (Elongo, 2000; Glew y Hudson, 2007). Tas el inicio del conflicto armado, las consecuencias directas en el ambiente fueron la erradicación de la vida silvestre, destrucción de sus hábitats, fragmentación de parques y reservas, contaminación de cuerpos de agua, persecución de personal de campo como investigadores y conservacionistas y suspensión temporal o definitiva de actividades de conservación e investigación (Kanyamibwa, 1998).

Consecuencias directas e indirectas de la guerra

Actividades como la deforestación, la caza furtiva, la degradación del suelo y la contaminación local son consideradas consecuencias indirectas de los conflictos armados (Kanyamibwa, 1998). Por sí misma la guerra no representa una nueva amenaza para el medio ambiente, pero si maximiza las amenazas que se dan durante tiempos de paz y entre periodos de conflicto (Glew y Hudson, 2007).

La mayoría de los impactos ambientales resultados de guerras en África subsahariana se dan por personal no militar, principalmente como respuesta a los cambios en las condiciones socioeconómicas derivados de los conflictos armados (Glew y Hudson, 2007). Un ejemplo de lo anterior son los campamentos humanitarios a gran escala en el este de la República Democrática del Congo (1994–1995), los cuales pueden generar impactos en la explotación de los recursos naturales necesarios para la supervivencia, la alimentación y el uso de madera (deforestación), ésta última ha sido mencionada como el impacto ambiental más significativo y frecuente en la República Democrática del Congo (Glew y Hudson, 2007). De hecho, debido a estas actividades, poblaciones de gorilas de tierras bajas (Gorilla berengei graueri) y gorilas de montaña (Gorilla berengei berengei) se vieron afectadas en cuatro áreas protegidas de la República Democrática del Congo (Glew y Hudson, 2007). 

Las poblaciones de gorilas de tierras bajas (Gorilla berengei graueri) y los gorilas de montaña (Gorilla berengei berengei) se vieron afectadas en la República Democrática del Congo por la guerra civil (Flickr; @Richard Ashurst)

Los conflictos armados afectan el adecuado funcionamiento de las instituciones como los son gobiernos nacionales, estatales, locales, organizaciones no gubernamentales (ONG), administradores de parque y centros de investigación.
Aunado a ello, la capacidad institucional para el apoyo y gestión relacionado con actividades de conservación se reducen considerablemente y las instituciones se ven incapaces en gran medida de hacer cumplir leyes y reglamentos relacionados con el uso de recursos naturales (Gaynor et al. 2016).

Las vías que relacionan los conflictos armados con la vida silvestre no pueden ser consideradas de forma separada, dado que estas actúan a menudo en conjunto para amplificar o contrarrestar los impactos de los conflictos sobre la vida silvestre (Gaynor et al. 2016).

Por ejemplo, la degradación ecológica fomentada por la guerra crea bucles de retroalimentación que se potencian a sí mismos entre los factores socioeconómicos y ambientales los cuales pueden fomentar o contribuir al desarrollo de la guerra (fig. 1) (Dudley et al., 2002).

Modelo alternativo de relaciones entre ambiental y factores sociopolíticos y la incidencia o escalada de violencia conflicto civil (tomado de Lietzmann y Vest, 1999; Dudley et al. 2002).

 

Por lo tanto, el análisis detallado de las vías de afectación, sus contextos y resultados resultan esenciales para una conservación eficaz de la vida silvestre, la cual no solo es importante durante y después de los conflictos, sino que resulta fundamental para el desarrollo de estrategias durante tiempos de paz (Gaynor et al. 2016).

En el Parc National des Volcans (Ruanda) los programas de educación para la conservación y ecoturismo constituyeron un buen modelo de las comunidades locales en la conservación (Webber y Vedder, 1984; Kanyamibwa, 1998). A corto y mediano plazo la conservación del medio ambiente y la vida silvestre después de una guerra dependerá en gran medida del esfuerzo de las dependencias nacionales para la protección de las áreas naturales contra la presión con el ofrecimiento de alternativas para las necesidades locales y avalar la seguridad de las instituciones extranjeras para con su personal de investigación y conservación (Kanyamibwa, 1998).

Colaboración internacional

Un ejemplo de colaboración para la conservación es el de Wildlife Conservation Society la cual inició un programa para apoyar la colaboración transfronteriza en el Gran Paisaje de Virunga el cual es un conjunto interconectado de 11 áreas protegidas que se extienden por las fronteras de Uganda, Ruanda y República Democrática del Congo (RDC). Con este antecedente, se ha observado que la población de gorila de montaña aumentó a pesar de las guerras civiles en la región, lo cual se atribuye en gran medida a la generación de ingresos provenientes del turismo sin dejar de lado la mejora en la colaboración entre Congo, Ruanda y Uganda (Plumptre et al. 2007).

El Programa Internacional de Conservación de Gorilas (PICG) fomenta la colaboración en los volcanes de Virunga y el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi. Se ha demostrado que la planificación de las actividades de los guardas parque y las reuniones periódicas pueden conducir a una mejor conservación incluso en países en guerra. De igual manera el PICG fomentó un proceso de colaboración y coordinación entre las áreas protegidas de tres países (Rainer et al., 2003). Éstas relaciones aumentaron las capacidades de colaboración a través de las fronteras internacionales, ayudando con problemas como la caza furtiva y el tráfico de bebés gorilas (Rainer et al., 2003). Un resultado del éxito de este programa fue que la colaboración continuó incluso cuando los países estaban en guerra entre sí a mediados y finales de la década de los noventa (Plumptre et al. 2007).

Las actividades que se realizan con base en la colaboración transfronteriza incluyen la planificación conjunta de patrullas coordinadas para el seguimiento de cazadores furtivos que huyen a través de los límites de las reservas para escapar del arresto, recopilar información colaborativa sobre actividades ilegales, reuniones para actualizar la situación regional, monitoreo en conjunto de la vida silvestre, monitoreo de actividades ilegales y por último coordinación en conjunto con militares para evitar conflictos con personal de los parques (Plumptre et al. 2007).

La colaboración transfronteriza en los volcanes de Virunga ha fomentado la protección de los gorilas con base en que ejércitos de los tres países se suman a los esfuerzos por proteger los parques y reducir el número de cazadores furtivos dispuestos a arriesgarse al arresto (Plumptre et al. 2007).

Turismo como alternativa de conservación a la posguerra 

En Ruanda, se ha estimado que más de 75% de los ingresos por turismo derivan de las visitas a los gorilas (Lindberg, 1991). Aunado a esto en la década de los 80 se inició un programa de capacitación para guarda parques, esto resultado de los ingresos del turismo, de la misma manera proporciona fuentes de empleo alternativas lo cual reduce la necesidad del cambio de uso de suelo para la ganadería (Shackley, 1995).

El turismo ecológicamente racional proveniente de los gorilas resulta un medio para la generación de ingresos y empleo, además de fomentar una imagen de paz y estabilidad (Shackley, 1995).

El futuro del gorila podría estar asegurado por el turismo, con lo cual corresponde a las instituciones gubernamentales y a las organizaciones conservacionistas decidir la mejor forma de aprovechar esto en beneficio de los visitantes y los gorilas (Shackley, 1995).

El ecoturismo está favoreciendo la financiación de proyectos de conservación para recuperar las poblaciones del gorila de montaña en Ruanda (Flickr; @youngrov).

 

Referencias

Dudley J., P., Ginsberg J., R., Plumptre A., J., Hart J., A., y Campos L., C. (2002). Effects of War and Civil Strife on Wildlife and Wildlife Habitats. Conservation Biology, Pages 319–329 Volume 16, No. 2, April 2002.

Elongo, S. (2000) The conservation of nature in periods of war in the Democratic Republic of Congo. In Nature in War: Biodiversity Conservation During Conflict (eds E. Blom, W. Bergmans, J. Dankelman, P. Verweij, M. Voeten & P. Wit), pp. 39–44. Netherlands Commission for International Nature Protection, Leiden, The Netherlands.

Gaynor K., M., Fiorella K., J., Gregory3 G., H., Kurz D., J., Seto K., L., Withey L., S., y Brashares J., S., (2016). War and wildlife: linking armed conflict to conservation. Ecol Environ 2016; 14(10): 533–542.

Glew L. y Hudson M.D. (2007). Gorillas in the midst: the impact of armed conflict on the conservation of protected areas in sub-Saharan Africa. Oryx Vol 41 No 2 April 2007.

Hatton J., Couto M., and Oglethorpe J. (2001). Biodiversity and war: a case study of Mozambique. Washington, DC: Biodiversity Support Program.

Hecht S. B., and Saachi S.S., (2007). Globalization and forest resurgence: changes in forest cover in El Salvador. BioScience 57: 663–72.

Jacobs, M.J. & Schloeder, C.A. (2001) Impacts of Conflict on Biodiversity and Protected Areas in Ethiopia. Biodiversity Support Program, Washington, DC, USA.

Kalpers, J. (2001) Overview of Armed Conflict and Biodiversity in Sub-Saharan Africa: Impacts, Mechanisms and Responses. Biodiversity Support Program, Washington, DC, USA.

Kanyamibwa S., (1998). Impact of war on conservation: Rwandan environment and wildlife in agony. Biodiversity and Conservation 7, 1399±1406 (1998).

Lietzmann, K. M., and Vest, G. D. (1999). Environmental security in an international context: executive summary report. Environmental Change and Security Report 5:34–48.

Lindberg, K. (1991) Policies for Maximising Nature Tourism’s Ecological and Economic Benefits. International Conservation Financing Project Working Paper. Washington DC: World Resources Institute.

Martin, P. S., and Szuter, C. R. (1999). War zones and game sinks in Lewis and Clark’s west. Conservation Biology 13:36–45.

Nellemann C., Redmond I., and Refisch J. (2010). The last stand of the gorilla – environmental crime and conflict in the Congo Basin. Arendal, Norway: UNEP.

Plumptre, A. J., Bizumuremi J. B., Uwimana F., and Ndaruhebeye J. D. (1997). The effects of the Rwandan civil war on the poaching of ungulates in the Parc National des Volcans. Oryx 31:265 273.

Plumptre, A. J., T. Hart, A. Vedder, and J. Robinson (2000). Support for Congolese conservationists. Science 288:617.

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Plumptre A. J., Kujirakwinja D., Treves A., Owiunji I. y Rainer H. (2007). Transboundary conservation in the greater Virunga landscape: Its importance for landscape species. Biological conservation, 134, (2007) 279-287 pp.

Rainer, H., Asuma, S., Gray, M., Kalpers, J., Kayitare, A., Rutagarama, E., Sivha, M., Lanjouw, A., 2003. Regional conservation in the Virunga-Bwindi region: the impact of transfrontier collaboration through the experiences of the International Gorilla Conservation Programme. Journal of Sustainable Forestry 17, 189–204.

Shackley M. (1995) The future of gorilla tourism in Rwanda, Journal of Sustainable Tourism, 3:2, 61-72

Webber, A.W. and Vedder, A.L. (1984) Forest conservation in Rwanda and Burundi. Swara 7(6), 32±5.