Redactado por Paul Panckhurst
Oficina de prensa
Universidad de Auckland
paul.panckhurst@auckland.ac.nz
Los chimpancés de una investigación pionera de principios del siglo XX que demostró la capacidad de resolución de problemas de estos primates está siendo reivindicada en un proyecto de investigación que recoge la historia de sus vidas.
Sultan en Tenerife ca. 1914.jpeg Crédito: Adolf-Würth-Zentrum für Geschichte der Psychologie
La investigación del profesor Javier Virués-Ortega ya ha dado como resultado el redescubrimiento de los restos de cinco de los chimpancés de la investigación del psicólogo alemán Wolfgang Köhler, olvidados en el almacén de un museo berlinés durante más de 100 años.
Kohler en 1940s.jpeg Crédito: American Philosophical Society

 

«Estos son los chimpancés perdidos de Tenerife», afirma Virués-Ortega, psicólogo de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda. «La revolucionaria investigación de Köhler es recogida por todos los libros de texto de psicología, pero los animales cayeron en el olvido».
Virués-Ortega está dirigiendo un documental sobre los chimpancés, cuyas capacidades para resolver problemas fueron estudiadas por Köhler en una estación de investigación en la localidad de Puerto de la Cruz en la isla de Tenerife entre 1914 y 1920.
Ruinas de la estación de investigaión en Tenerife.jpg Crédito: Javier Virués-Ortega

 

«Con este trabajo, intentamos dignificar la memoria de estos especímenes que redefinieron la naturaleza misma de la inteligencia humana y animal; desempeñaron un papel fundamental en el incipiente estudio de la inteligencia y la psicología comparada», afirma.
Tras la publicación de la teoría de la evolución de Darwin a mediados del siglo XIX, los científicos querían determinar la existencia de repertorios de comportamiento complejos en nuestros parientes evolutivos más cercanos.
En uno de los episodios más famosos de la investigación de Köhler, un chimpancé llamado Sultán unió de forma espontánea dos cañas huecas para alcanzar una fruta que estaban fuera de su alcance. Esta modesta hazaña demostraba que la construcción de herramientas no era una habilidad exclusiva de los humanos.
El libro de Köhler de 1925 La mentalidad de los simios, descrito por la famosa primatóloga Jane Goodall como su «Biblia» en este campo, proponía que los chimpancés eran capaces de resolver problemas de forma creativa (lo que Köhler denominó «insight»).
«Esta noción tuvo un tremendo impacto durante el siglo siguiente e impulsó numerosas investigaciones», afirma Virués-Ortega. «Köhler aportó la prueba de que algunas conductas inteligentes y de solución de problemas son reconocibles en nuestros parientes más cercanos y no son exclusivas de nuestra especie».
Las observaciones realizadas por Köhler fueron fundamentales para los estudios de la primatóloga Jane Goodall sobre chimpancés en libertad en la década de 1960. El científico y divulgador Carl Sagan citó el trabajo de Köhler en su libro sobre la evolución de la inteligencia humana, Los dragones del Edén.
Tras el cierre de la estación de investigación en 1920, seis chimpancés supervivientes fueron enviados en vapor a Europa y vendidos al zoológico de Berlín, donde la investigación continuó, pero los animales fueron tratados en ocasiones como atracciones cómicas.
Estudiando documentos históricos, Virués-Ortega y el historiador Clemens Maier-Wolthausen localizaron restos de cinco de los seis chimpancés en el Museum für Naturkunde (museo de ciencias naturales) de Berlín, donde los catálogos habían registrado los nombres de los animales pero no su importancia.
Los restos incluyen un esqueleto completo (Tschego), un cráneo (Rana-Loca) y cinco pieles completas (Sultán, Tschego, Rana-Loca, Chica y Grande). También hay un feto (de Tschego) conservado en alcohol.
P1056978 Vista parcial cráneo de Rana-Loca.jpg Crédito: Javier Virués-Ortega

P1056983 Cranéo de Rana-Loca.jpg Crédito: Javier Virués-Ortega
P1056936 Esquelo completo de Tschego.jpg
Crédito: Javier Virués-Ortega

 

Según Virués-Ortega, el trato que Köhler dio a los chimpancés en Tenerife puede considerarse humano para los estándares de la época.
«Hizo algunas contribuciones pioneras al bienestar de los chimpancés en cautividad en cuanto a atención médica, uso de cuarentenas, zonas amplias de juego, también promovió minimizar la interacción con humanos y evitar el uso de castigos», afirma.
«Tras su viaje a Europa los animales se enfrentaron a una dura existencia. La dieta con alto contenido en almidón que recibieron, así como la exposición a hábitats vacíos y sin calefacción, lo que era especialmente cruel en invierno, dio al traste con sus vidas en poco tiempo».
Todos murieron al menos 20 años antes de la esperanza de vida típica de esta especie, siendo Sultán el último en sucumbir en 1923.
Virués-Ortega es de Cádiz (España), tiene vínculos personales con las Islas Canarias y visitó la abandonada estación de investigación de Tenerife durante la pandemia del Covid-19. Espera que su trabajo contribuya a los esfuerzos para preservar la estación de investigación, actualmente propiedad de una sociedad opaca registrada en Panamá y necesitada de una urgente restauración.
En el borrador de un artículo científico sobre el hallazgo, Virués-Ortega afirma que su investigación es un «modesto homenaje» a los animales. Entre sus colaboradores se encuentran el experto en psicología comparada Dr. Alex Taylor, de la Universidad de Auckland, el arqueólogo David García González, de la Universidad de Granada, y el historiador del zoo de Berlín, el Dr. Clemens Maier-Wolthausen.
Virues-Ortega Izquierda – Garcia Derecha –  esqueleto de Tschego.jpg Crédito: Javier Virués-Ortega
La investigación sobre el conducta y la cognición de los chimpancés continúa hoy en lugares como el Centro de Investigación de Primates Wolfgang Köhler de Leipzig (Alemania). No obstante, los chimpancés también se han utilizado en investigación biomédica, una práctica controvertida que algunos países han prohibido o restringido severamente. En 1999, Nueva Zelanda fue el primer país en establecer la prohibición de la investigación invasiva con grandes simios.
Kohler segundo a la izquierda interactuando con Tschego, primero por la derecha.png Crédito: American Philosophical Society